Los siguientes escritos breves son resultado de las reflexiones y tareas específicas que constituyeron el curso Arte y Cultura en Circulación, organizado y coordinado por Ártica, Centro Cultural 2.0 que se dedica a promover y generar espacios de formación en torno a la Cultura Libre. En estos escritos se abordan tres temas que fueron centrales en dicho curso: el tema de la autoría, el de la piratería y el de las nuevas tendencias estéticas basadas en la remezcla.
A los lectores que se interesan en los asuntos aquí tratados, les recomendamos ampliamente revisar el repositorio del curso mencionado. Además de encontrar artículos y referencias tanto prácticas como teóricas sobre temas como la autoría, la piratería y la cultura remix, en dicho repositorio pueden encontrar las tareas que cientos de participantes redactaron en sus propios sitios de Internet, de modo que éste es un espacio privilegiado para conocer el trabajo y las reflexiones de muchas personas de diferentes partes de iberoamérica, contribuyendo así a la generación de redes colaborativas.
Respondiendo al “espíritu” de las siguientes reflexiones, estos ensayos han sido licenciados bajo una licencia Creative Commons que permite la copia y la derivación libres, mientras se mantenga la misma licencia para todas las copias y derivaciones que pudieran extenderse y se reconozca la atribución originaria de estos textos (sin que esto impida reconocer también atribuciones derivadas).
I. LA CONSTRUCCIÓN HISTÓRICA DEL CONCEPTO DE AUTORÍA
Hace un par de siglos el químico Lavoisier predicaba: “la materia no se crea ni se destruye”.
Martes 10 de septiembre de 2013. Siglo XXI. Diversos periódicos en el mundo abren con una noticia que pareciera contradecir las leyes naturales: ha nacido una nueva estrella; tras años de investigación han descubierto un nuevo Van Gogh, y con éste se materializa un nuevo ídolo que, dicho sea de paso, por “generación espontánea” da luz a un nutrido fajo de billetes.
Así, como si fuera magia, nace un nuevo cuadro que a juzgar por los expertos ES AUTÉNTICO. Dato curioso, hace dos décadas los expertos juzgaron el cuadro como falso, y entonces no nacieron ídolos, ni se materializaron los billetes como ha ocurrido ahora. Esto nos lleva a preguntarnos si realmente existe un Dios que dice qué y cuándo puede darse el acto originario, la creación, el fenómeno divino que separa lo real de lo ilusorio, y que en tiempos de crisis puede hacer brotar riqueza de la nada o, mejor dicho, de la esta vez legitimada AUTORÍA de un objeto que depende de la verdadera firma del muertito para ocupar o no “un enorme lugar en el espacio”.
En este punto alguien diría: el espacio simbólico no es equiparable al espacio físico; las leyes químicas no se pueden confrontar directamente con las leyes culturales. Y sin embargo, el ahora confirmado cuadro DE AUTORÍA vale lo de casas, tierras y bodegas, bodegas, bodegas de comida que lo dotan de un materialismo que ni lejanamente se contenta con el “alto nivel simbólico” que puede tener para “La Cultura”.
Es así: la materia ha sido creada de la legitimidad autoral que los expertos HAN DECIDIDO dar a un viejo cuadro en el armario. El viejo sueño de la alquimia lleva siglos con nosotros: convertir el aire en oro, las palabras en designios poderosos. La autoría de Van Gogh viene a ser el switch que desata un nuevo diluvio en el que la barca mítica acepta cada vez menos “animalitos”.
Entonces la lectura hebráica de Borges cobra un nuevo sentido: si encontráramos la palabra precisa, ese NOMBRE fundamental que diera vida al Golem, quizás nos olvidaríamos de la insípida, incómoda realidad que aqueja a los vivitos. Ojalá que éste fuera un mundo donde cupiéramos todas y todos.
Entre los mares de la especulación, del copyright y los derechos reservados, las ¿nuevas? Arcas de Noé navegan orgullosas con sus parejas de animalitos queriéndose reproducir, luchando contra las leyes confusas de la vida. Mientras tanto, ahogándonos nos preguntamos si existe otra manera, y construimos “balsitas” de materiales comunes con las que desafiamos los designios de Jehová y la Reina Ana.
Debe estar cercano nuestro castigo. Lo mismo se habrá dicho Van Gogh, quien en vida no cobró un cuadro por más de 400 francos, y a más de un siglo de su muerte viene a sorprendernos con el enorme caudal que su supuesta autoría es capaz de generar.
Después de todo no hay ninguna contradicción entre ciencia y cultura: la materia no sea crea ni se destruye, solamente se distribuye de manera desigual.
II. LAS FRONTERAS DEL REMIX
Cuando pensamos en remezcla artística solemos pensar en la resignificación de contenidos artísticos previamente creados por otrxs autorxs, en otros contextos, con fines distintos a los que constituyen el remix. Cabe preguntarnos, sin embargo, si el remix podría ser también pensado como una resignificación que no opere únicamente al nivel de los contenidos, sino también al de los medios de producción artística.
Un caso claro de resignificación artística de los medios de producción es el circuit bending. En el video superior podemos ver, por ejemplo, cómo una lavadora de juguete se convierte en una máquina de ruido, resignificando de esa manera la función y las posibilidades expresivas del aparato original. Remezclando ligeramente las piezas del juguete, y mezclándolo con dispositivos que suelen pertenecer a otros aparatos, tenemos un nuevo instrumento que no se puede reducir ni a la lavadora de plástico ni a los circuitos electrónicos que transforman su uso y sentido. Una suerte de collage en el que las piezas originales dejan de ser ellas mismas, para pasar a convertirse en una nueva creación con características propias.
Al comparar el proceso de remezcla que se da al nivel de los contenidos con aquél que se da al nivel de los medios instrumentales, no podemos dejar de recordar aquellos escritos de Bertolt Brecht en los que, hablando de las posibilidades transformadoras del teatro y la radio, proponía: <<mediante sugerencias continuas, incesantes, para la mejor utilización de los aparatos en interés de la comunidad, tenemos que estremecer la base social de estos aparatos.>> Para Brecht, la lucha social tanto del arte como de los medios de comunicación no será efectiva mientras no tome en cuenta las relaciones sociales que se desprenden de las cadenas de producción que dichos campos implican. Desde esta perspectiva, la remezcla instrumental del circuit bending hace especialmente visible la posibilidad de intervenir los aparatos de consumo que sostienen las economías capitalistas, transformándolos al punto de convertirlos en arte.
Por supuesto, también en los remixes sonoros, gráficos o escénicos existe un potencial de transformar los medios de producción artística, en el momento mismo en que se rechazan los límites sofocantes de la propiedad intelectual. Sin embargo, el caso particular del circuit bending nos sirve para enfatizar que la mera mezcla de contenidos no es en sí misma la que puede abrir o “liberar” (en términos de Lawrence Lessig) propiamente la cultura, sino que es el aparato de producción, la compleja red de relaciones sociales y económicas que pueden -o no- desprenderse de la remezcla, la que nos abre el camino hacia maneras más libres y colaborativas de arte.
III. PIRATERÍA Y CIRCULACIÓN DE CULTURA
Actualmente vivimos en México un período de reformas políticas que en su gran mayoría persiguen dos objetivos: combatir la “informalidad” y permitir la privatización de espacios que constitucionalmente son o eran hasta hace poco considerados como bienes públicos, y que por lo tanto no podían ser comprados, vendidos o restringidos por parte de la iniciativa privada.
Tomando como base el eslogan liberal de “modernizar al país” o el de “abrir las puertas al desarrollo”, se están tomando decisiones que modifican las leyes nacionales, quitando la mayor parte de los candados que impedían que el sector empresarial se apoderara de una serie de bienes comunes. Esto responde, por supuesto, a una tendencia global hacia la privatización ya no sólo de la tierra y los medios de producción, sino también de las ideas y recursos naturales como el agua, las semillas, el petróleo e incluso el aire. Todo esto bajo el control regulatorio de un Estado cuya función primordial, lejos de representar a la ciudadanía, es garantizar el clima social necesario para que ésta “respete” los límites que se establecen por parte de los cada vez más monopólicos y totalitarios sectores privados.
Es en este contexto que debemos entender la nota periodística que incluimos al principio, que trata sobre el “enorme problema” de la piratería en México.
Para quienes vivimos en México, y particularmente en la Ciudad de México, está claro que la piratería es un medio por el que muchas personas acceden a un sinnúmero de contenidos culturales, de productos tanto básicos como “lujosos”, y en general a una gran diversidad de bienes que no serían accesibles para la gran mayoría de la población bajo los precios y los espacios simbólicos que se imponen desde el mercado “formal”. Existen, ciertamente, tianguis inmensos donde se pueden encontrar desde artefactos de cocina hasta carnes de animales “exóticos” como lagartos, pasando por productos culturales como películas, discos y esculturas. Existen también espacios de hibridación donde la llamada “formalidad” convive con la piratería, como es el caso de los puestos de películas de “cine de arte” que se instalan diariamente afuera de la Cineteca Nacional.
Si bien hay aspectos del mercado informal que es necesario debatir ampliamente, como la falta de seguridad social que viven quienes trabajan en la informalidad o la relación que la piratería tiene -en algunos espacios muy localizados- con otro tipo de actividades ilegales como el narcotráfico y el robo, el argumento principal que mediáticamente se maneja en contra de la piratería es de una índole distinta. Como podemos ver en la nota periodística superior, la consideración más recurrente por parte de los legisladores y las empresas respecto a la piratería es que ésta inhibe el desarrollo económico al afectar tanto la inversión extranjera como el mercado interno. Aunado a ello, el discurso oficialista insiste en que la piratería atenta contra los derechos del consumidor al exponerlo a una baja calidad de los productos e incluso a la posibilidad de sufrir daños en su salud y bienestar general.
No hace falta ser experto en el tema para advertir que la nota periodística referida es sintomática de una serie de prejuicios y contradicciones que abundan en el discurso empresarial y gubernamental contra la piratería. Por ejemplo, cuesta entender cómo un sector que genera “millonarias ganancias” sea perjudicial a la economía nacional, sobre todo cuando estas ganancias benefician directamente a la ciudadanía que trabaja o consume productos piratas, siendo de hecho la base económica de una multitud de familias en todo el país. Asimismo, al decir que las medidas de control propuestas piensan sobre todo en “la salud e incluso la vida de los consumidores”, se está considerando al consumidor como un agente completamente pasivo incapaz de comparar y decidir por sí mismo el tipo de producto que compra. A diferencia del mercado formal, en donde los productores son entidades invisibles, muchas veces corporaciones trasnacionales que son inalcanzables por el consumidor, en el mercado de la piratería existe la posibilidad de tratar directamente con las personas que generan las copias o artículos que pudieran resultar defectuosos; existe entonces en este sistema una posibilidad de réplica y negociación social que en el caso de las empresas formales es del todo inexistente, o en el mejor de los casos se encuentra mediada por sistemas de calidad del todo impersonales, sustentados en programas de estadística y no en procesos humanos.
El tema de la piratería es un tema de la mayor relevancia en la actualidad, pues se refiere a la economía y circulación cultural de millones de personas tanto en México como en el mundo. Es verdad que hay aspectos problemáticos de ésta que es necesario discutir ampliamente, pero es fundamental que dicha discusión se aleje de los juicios superficiales y claramente tendenciosos que se manejan en las cámaras legislativas. Cualquier discusión sobre la piratería que pase por alto a las personas que viven y conviven de esta actividad, será una discusión que ponga los intereses empresariales y transnacionales por encima de las personas y sus derechos culturales.
Arte y cultura en circulación. Tres breves reflexiones por Sísifo Pedroza se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional.